Lo práctico, lógico y esencial en la discusión diagnóstica

Fernando Aparicio Martínez, María Caridad Alejo Cuellar, Liana Leidys Rojas Paz

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Resumen

Señor Editor:

Hace ya varios años, en el Comité de Evaluación del Proceso Asistencial, se revisó una historia clínica en la que se hizo una curiosa discusión diagnóstica, sobre un paciente que había sobrevivido a un intento suicida. Se trataba de un ahorcamiento incompleto; en el diagnóstico diferencial se señaló: « No es un ahorcamiento completo porque en ese caso el paciente hubiera muerto». Este ejemplo, con efecto algo hilarante en aquel entonces, no fue otra cosa que expresión de la forma rígida y esquemática1 que con mucha frecuencia se confecciona este fundamental acápite de la historia clínica. En este paciente, en el cual estaba claro el problema médico, sencillamente había que diferenciar las consecuencias de ese acto, es decir, precisar si quedó algún grado de afectación cerebral por la hipoxia, una neumonía por aspiración, daños en las estructuras del cuello o una lesión medular, que es menos frecuente, así como evaluar el nivel de afectación psíquica de este paciente.


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