Necesidad de la enseñanza de las estrategias de aprendizaje en el proceso de transformaciones educacionales
COMUNICACIÓN

 

Necesidad de la enseñanza de las estrategias de aprendizaje en el proceso de transformaciones educacionales

 

 

MSc. Carlos Rivero Menéndez1, Lic. Enrique Bermúdez Alemán2 y Lic. Yorllana Santana Sánchez3

1. Licenciado en Educación. Especialidad Geografía. Asistente. Educación Provincial. Santa Clara, Villa Clara.
2. Licenciado en Educación. Especialidad Inglés. Asistente. ISCM-VC.
3. Licenciada en Educación. Especialidad Geografía. Instructora. Educación Provincial. Santa Clara, Villa Clara.

 

 

Quizás el fenómeno educativo más generalizado y global en la educación actual, sean precisamente las transformaciones educativas. El decursar histórico de la humanidad revela que los sistemas educacionales, en su desarrollo, han estado condicionados por las transformaciones que en diferentes períodos han sido emprendidas como punto de partida, para dar respuesta a las exigencias de las cambiantes condiciones sociales, así como por los resultados científico-técnicos que se obtienen en los diferentes campos del saber.

En las últimas décadas, estos cambios sociales han sido tan acelerados, que para garantizar cierta estabilidad, los sistemas educativos se han estructurado, como tendencia general, con un carácter flexible, como punto de partida para facilitar su adaptación a las nuevas condiciones histórico-concretas, atemperadas a la utilización racional y eficiente de los recursos humanos y materiales.

La complejidad de estas transformaciones radica en lograr, de manera armónica, que los cambios se produzcan en el sistema de trabajo de la escuela y se hagan realidad en la práctica escolar.

La escuela cubana actual, inmersa en un profundo proceso de transformación educacional, es el reflejo de la necesaria respuesta a las nuevas condiciones histórico-concretas; uno de estos matices de cambio lo constituye la asunción de la concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollador, que es capaz de potenciar en los estudiantes la apropiación activa y creadora de la cultura, visto en la manera de aprender y de implicarse en el propio aprendizaje, para garantizar el tránsito del control del proceso por parte del docente al control por parte del aprendiz y, por ende, conduzca al desarrollo de actitudes, motivaciones y herramientas necesarias para el dominio de aquello que llamamos aprender a aprender, y aprender a crear de modo permanente y en diferentes situaciones y contextos.

Enseñar a pensar en el proceso de aprendizaje ha sido una preocupación permanente en la historia del pensamiento pedagógico cubano, preconizado desde la primera mitad del siglo XIX por Félix Varela, José de la Luz y Caballero y, posteriormente, por José Martí; al respecto, el presbítero Varela (citado por Rodríguez)1 expresó: «(...) enseñar al hombre en pensar desde sus primeros años (...)».

Un complejo desafío para los educadores es preparar a nuestros estudiantes para explotar el potencial científico-técnico y de la comunicación que marca el inicio de este siglo, en abierta referencia y correspondencia con los conceptos vigotskianos de educación y enseñanza desarrolladora-aprendizaje desarrollador.

Siendo consecuentes con lo afirmado, únicamente una enseñanza que favorezca la supervisión reflexiva, consciente, metacognitiva, de la utilización que los estudiantes hacen de sus conocimientos, y de manera especial de sus conocimientos procedimentales, puede garantizar que lo aprendido se transfiera., Al respecto, Silvestre2 refiere que: «El proceso de enseñanza- aprendizaje debe lograr formar personalidades que busquen un conocimiento y lo apliquen con carácter creador,... Que se conozcan a sí mismos y aprendan cómo autorregularse...»

Las estrategias de aprendizaje que se originan en el propio centro educativo, presentan ventajas evidentes con respecto a aquellas propuestas que se inician desde instancias externas al centro, como por ejemplo: un mayor grado de implicación personal y de asunción de compromisos y responsabilidades, la percepción de mayor realismo y aplicabilidad de las propuestas o la generación de mayores expectativas de éxito, vinculadas a un mayor control del proceso y a un sentimiento de competencia más acusado.

¿Qué papel ocupa la enseñanza de estrategias de aprendizaje en este proceso de cambio?

El acto de enseñar, entendido como proceso de organización de la actividad cognoscitiva2,3, contribuye al aprendizaje desarrollador en la medida en que se transfieran estrategias, a partir de las estructuras cognitivas del escolar y las relaciones de colaboración que establece en el proceso de enseñanza-aprendizaje, a la vez que le permite apropiarse de procedimientos para la asimilación del conocimiento.

¿Cómo sustentar la enseñanza de estrategias de aprendizaje en el proceso de transformaciones educativas?

La necesidad de proyectar estrategias de aprendizaje dirigidas a potenciar el aprendizaje desarrollador y contribuir así a la superación de las dificultades más relevantes, relacionadas con el proceso de enseñanza aprendizaje, que aún subsisten en la escuela, nos lleva a considerar, teniendo en cuenta lo planteado por Castellanos4, que cualquier intención educativa dirigida a la enseñanza de estrategias de aprendizaje, debe centrarse en buscar alternativas que promuevan:

Ø La activación y regulación del aprendizaje:

La enseñanza debe proyectarse hacia la creación de ambientes de aprendizaje productivos, creativos, metacognitivos y cooperativos, donde los estudiantes tengan la oportunidad y la necesidad de participar consciente y activamente en la construcción del conocimiento, potencien la reflexión acerca de los procesos que llevan al dominio de los mismos, de conocerse a sí mismos y a sus compañeros como aprendices, y de asumir progresivamente la dirección y el control de su propio aprendizaje.

Ø La significatividad del aprendizaje:

Su base psicológica parte de los presupuestos preconizados por Ausubel DP (1968), y que mantienen especial vigencia en la concepción desarrolladora del aprendizaje. Este aspecto lleva a la necesaria instrumentación por el docente de estrategias de enseñanza-aprendizaje, dirigidas en primer lugar, a posibilitar el descubrimiento de los vínculos esenciales entre los contenidos que se aprenden, visto desde la relación del nuevo conocimiento con los anteriores, así como la de estos contenidos con las necesidades e intereses del aprendiz, y con su propia vida; en segundo lugar, y no por ello menos importante, a convertir la búsqueda de su sentido personal en elemento esencial para la comprensión de lo nuevo, para la toma de conciencia de su utilidad individual y social y, por consiguiente, para su inserción activa en la formación y desarrollo de la persona.

Ø La motivación para aprender:

En la enseñanza de estrategias de aprendizaje, la motivación para aprender implica tomar en consideración diferentes alternativas para favorecer la formación y enriquecimiento de las motivaciones intrínsecas para el aprendizaje, potenciando incentivos y motivos extrínsecos que subyacen en las actitudes positivas que muestra el estudiante hacia la escuela para desarrollar las primeras. En el control del aprendizaje es importante potenciar la autovaloración del aprendizaje, a partir del autoconocimiento objetivo, en la formación de una autoestima positiva, y en el establecimiento de metas, objetivos y aspiraciones adecuadas para fomentar la necesidad de realizar aprendizajes permanentes y la seguridad de tener la preparación para ello. El docente debe trabajar en este sentido; tal como existe un aprendizaje estratégico existe una enseñanza estratégica, que indica la intencionalidad de las acciones dirigidas al mejoramiento del aprendizaje de los estudiantes, y el diseño de planes flexibles de acción que guíen la selección de las vías más apropiadas para promover estos aprendizajes desarrolladores, teniendo en cuenta la diversidad de los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje, así como la de los contenidos, procesos y condiciones en que este transcurre4.

Pautas metodológicas que deben orientar cualquier actuación pedagógica que tenga como objetivo enseñar estrategias de aprendizaje a los alumnos5.

  • Dirigir el diagnóstico escolar hacia las esferas cognitivo-instrumental y motivacional-afectiva de la personalidad, con vistas a determinar las necesidades y potencialidades individuales, a partir de las cuales se establezcan regularidades en el aprendizaje, como punto de partida para enseñar estrategias de aprendizaje efectivas.
  • Plantear actividades que, debido a su complejidad, requieren por parte de los alumnos una regulación consciente y deliberada de su conducta, de manera que para realizarlas se vean obligados a plantear previamente su actuación, deban controlar y supervisar lo que están haciendo y pensando mientras lo hacen, y les parezca útil evaluar su ejecución cuando concluyan.
  • Enseñar diferentes procedimientos estratégicos de aprendizaje que puedan serles útiles en una situación determinada, que sean capaces de escoger de forma razonada los más adecuados y de coordinar su utilización, siempre en función de la actividad que se plantea.
  • Enseñar estrategias de aprendizaje en situaciones útiles (según diagnóstico, contenido, materiales de estudio, contexto educativo, etc.).
  • Crear un «clima» en el que se tolere la reflexión, la duda, la exploración y la discusión sobre las distintas maneras de aprender, en las que se reconozca el error y se estimule el éxito.
  • Facilitar la transferencia de las estrategias de aprendizaje utilizadas, a otras tareas, a otros colegas, promover referencias explícitas a diferentes situaciones y recordar los aspectos referentes a cuándo y por qué es útil un determinado procedimiento de aprendizaje6.

Puede parecer obvio que la conducta del docente contribuye notablemente a la forma de estudiar los alumnos; sin embargo, ello ocurre aun cuando el profesor no ofrece recomendaciones o consejos explícitos sobre cómo deben estudiar. Entre los múltiples aspectos del comportamiento de cualquier profesor que influyen en que los estudiantes se enfrenten al aprendizaje de la materia y que les permite adquirir estrategias de aprendizaje, se pueden señalar los siguientes5:

  • La manera en que presenta los temas y el clima afectivo que promueve.
  • Los mensajes que ofrece antes, durante y después de las tareas docentes y que afectan las metas de aprendizaje y la valoración del sujeto.
  • Explicar las relaciones existentes entre lo que se enseña y cómo se enseña, para promover modelos de aprendizaje sobre cómo aprender la materia y qué puede hacer con lo que se ha aprendido, sobre la base de una eficiente motivación en el escolar.
  • La forma de actuar al enfrentarse a las tareas docentes.
  • La forma de presentar y estructurar las tareas docentes y el tipo de interrogantes que plantea.
  • Promover la reflexión sobre los procesos del pensamiento para resolver actividades de aprendizaje, teniendo en cuenta las características o condiciones en que se produce.
  • Las modalidades de interacción que favorece en el proceso de aprendizaje.
  • Potenciar situaciones de evaluación que penetren en el proceso y no solo en el resultado de lo aprendido.

Hoy constituye una necesidad, que en la práctica escolar el profesor intervenga en el aprendizaje de estrategias, y por otra parte se interese en para qué sirven y bajo qué situaciones deben emplearse, para lo cual se precisa del docente una conciencia clara para flexibilizar su modo de pensar y actuar, con el objetivo de adaptarlos a las exigencias del estilo perceptivo-cognitivo y afectivo-volitivo de sus alumnos; para que esto ocurra, el profesor ha de reflexionar sobre cómo él aprende, para entender cómo aprenden sus alumnos y para transferir procedimientos estratégicos de aprendizaje.

Al decir de María Teresa Moreno7, es muy necesario introducir la enseñanza de estrategias de aprendizaje en los diferentes niveles educativos; esto supone un renovado esfuerzo en la formación y superación de los profesores.

La función del profesor al respecto, no es la de un simple transmisor o actualizador de contenidos, sino la de un entrenador en estrategias de aprendizaje, que tiene en su centro el desarrollo de habilidades para que los alumnos sean capaces de proporcionar soluciones, simplificar la información de que disponen, generar nuevas proposiciones, aumentar su poder para manipular los contenidos asimilados y que, junto con la experiencia acumulada, puedan ser transmisores de una cultura intelectual en la que participen de manera consciente.

Moreno7 considera que para producirse la apropiación por el alumno de estrategias de aprendizaje, el profesor debe tener en cuenta los siguientes presupuestos:

  • Dar bases orientadoras de la acción, en un proceso que al principio es regulado por el profesor, que explicita la estrategia de aprendizaje a seguir.
  • La estrategia de aprendizaje se comparte con el estudiante mediante el diálogo y la discusión de su naturaleza, los procedimientos a seguir, las condiciones bajo las que es útil y en cuáles o es eficaz.
  • La aplicación reiterada de las estrategias de aprendizaje con pequeñas variaciones (cada vez menos asistidas por el profesor) y el análisis de errores y aciertos, contribuye a que los estudiantes adquieran procedimientos para regular sus decisiones hasta lograr su autorregulación.

Las estrategias de aprendizaje no operan en el vacío; pueden ser objeto de enseñanza y aprendizaje en un contexto instructivo. Lo importante en el proceso es que se puede y debe enseñar estrategias efectivas para que el educando pueda alcanzar las metas que se propone, teniendo en cuenta que las estrategias de enseñar a pensar no se aprenden súbita y definitivamente, sino que exigen tiempo, un método apropiado para su interiorización, y pueden ser adoptadas o no por el aprendiz, incluso modificadas, a partir de su estilo cognitivo.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Rodríguez Jl. Vida del presbítero Don Félix Varela. La Habana: Pueblo y Educación; 1944.

2. Silvestre Oramas M. Aprendizaje, educación y desarrollo. La Habana: Pueblo y Educación; 1999.

3. Zilberstein Toruncha J. Aprendizaje, enseñanza y desarrollo. En: Silvestre Oramas M, Zilberstein J. ¿Cómo hacer más eficiente el aprendizaje? México: Editores CEIDE; 2000. p. 4-13.

4. Castellanos Simons D. Hacia una educación desarrolladora. En: Castellanos D, Castellanos B, Llivina MJ, Silverio M, Gracia C. Aprender y enseñar en la escuela. La Habana: Pueblo y Educación; 2001. p. 30-43.

5. Rivero Menéndez C. Las estrategias de aprendizaje: reto para la lectura de mapas geográficos. Santa Clara: ISP «Félix Varela»; 2001.

6. Monereo Font C. Las estrategias de enseñanza y aprendizaje: Conceptualización. En: Moreno Font C .Castellano M. Estrategia de enseñanza y aprendizaje. Formación del profesorado y aplicación en la escuela. España: Graó; 1998. p. 2-12.

7. Moreno Valdés MT. Estrategias de aprendizaje. Camagüey: CECE. Universidad de Camagüey; 1999.

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